En tal vulgar lugar común caen muchos medios deportivos afirmando que Carlos Reinoso es el más grande americanista de la historia. Nada más falso. En este equipo hay muchos hombres que le han dedicado su vida y toda su pasión, y que por mucho se han entregado de tiempo completo a ser verdaderos americanistas.
Sin meternos de lleno en que afirmar que Reinoso representa todo lo que el americanista es, se convierte en una falta de respeto a otros grandes íconos de la historia del América. Dónde dejar a los fallecidos Rafael Garza Gutiérrez, Emilio Azcárraga Milmo, Guillermo Cañedo de la Bárcena, José Antonio Roca o Francisco Hernández; incluir en esta lista a Cristóbal Ortega, Antonio Santos, Norberto Outes, Eduardo Bacas, Arlindo, Walter Ormeño, Gonzalo Farfán, Cuauhtémoc Blanco, Héctor Zelada, Juan Hernández, en fin, pero los que merecen el verdadero reconocimiento por ser los más fieles americanistas son sus cientos de miles de aficionados.
Reinoso no es el América y aunque se ha vendido de esa forma, sabe que está en su última oportunidad de irse al retiro haciendo algo trascendente en el futbol. Este equipo necesita mucho más que solamente los futbolistas le tengan que decir “Maestro” y que el entrenador pegue de gritos insultantes para que reaccionen.
Las formas han venido cambiando en el América. Es una directiva que si bien no ha tenido aciertos continuos sí marca una línea de respeto entre sus miembros, algo que Reinoso debe respetar desde ya. Su contrato no es muy largo, solamente para hacer campeón al América en la Liga y en la Libertadores, y digo solamente, porque ese es el objetivo primario de la institución, lo demás serán rollos y demagogia. Reinoso o es campeón de estos dos torneos o será un rotundo fracaso. Tanto habló en su tiempos de alejamiento del equipo que ahora debe demostrarlo y olvidarse de que quien se siente superior a los demás nada más de dientes para afuera, simplemente es un acomplejado.
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