Por supuesto. Motivos sobran.
Mexsport
Al dueño del América parece que no le importa su equipo1.- Sólo acude a verlo en los Clásicos, eso sí, muy modosito, vestido con el uniforme de moda, la sonrisa nerviosa de que no va a ganar ni se va a divertir.
2.- Si le interesan más las telenovelas, los programas de dudosa comicidad, los programas de concursos, y los concursos de belleza y los reality shows, para qué quiere a un equipo al que tiene en el abandono.
3.- América, el equipo, es un capital más valioso que cualquier otro producto de Televisa. Vale más que todos juntos y seguramente cuesta más que todos juntos.
4.- Siendo conservadores, el América debe tener entre México y Estados Unidos, unos 15 millones de seguidores. Pregunta para Emilio: ¿Cualquiera otra de tus producciones te genera tanta expectación, drama, sufrimiento, inversión, pérdidas, reclamos entre la gente que las crisis acumuladas de las Águilas?
5.- Se sabe, porque la prensa de notas sociales lo consigna, Emilio enseñorea su reino con eventuales apariciones, y es amante de convivios, fastuosas reuniones y cenas. Le encanta ejercer de oligarca con la herencia multibillonaria de su padre. Pero, por pura maldita curiosidad: ¿ha acudido recientemente a Coapa, a su Nido? O ¿ha acudido a los festejos eclesiásticos, festivos y deportivos cuando el América cumple años? No.
6.- Emilio Azcárraga Jean tiene un Imperio múltiple en el América, pero no sabe utilizarlo: tiene a un equipo de respeto internacional y de trascendencia mundial, y tiene una afición que puede mover Cielo y Tierra si le entregan una camiseta de la cual sentirse orgullosa y no vivir penando en las penumbras de los rincones negando sus pasiones azulcremas.
7.- Y uno se pregunta: ¿esas campañitas televisivas de poca imaginación, poca penetración, poco respetable, poco fecundas, poco atractivas, es para todo para lo que da la que presuntamente debe ser uno de las empresas líderes en creatividad y liderazgo?
8.- ¿No es el América un equipo para encender pasiones, engendrar odios, provocar bataholas, estremecer pellejos y sacudir con arrebato y vehemencia casi de histeria a sus adversarios? Parecería que no: que en lugar de provocar respeto sólo puede convertirse en el hazmerreír.
¿Por qué no vendes al América, Emilio, si es una herencia incómoda, para una persona como tú, de placeres delicado, incapaz de dejarse subyugar por el delirio y el frenesí del futbol?
¿Por qué no vendes al América, Emilio, o no hay nadie con dos dedos de frente que te haga entender que la defenestración pública que haces de uno de tus mayores bienes cuestiona tu inteligencia medular de empresario y negociante?
¿Cuánto cuesta tu América, Emilio?
Tal vez yo pueda comprártelo.
Pero con una condición: no me lo vendas en lo que vale para el mundo del futbol, sino pídeme por él, solamente, únicamente, lo que vale para ti.
No lo etiquetes en lo que todo mundo sabe que vale, no: véndemelo en lo que vale para ti, porque, sabes, esos tres pesos que vale este América en tu desdén, desidia y desinterés, esos tres pesos que a ti te importa tu América, esos sí los tengo.
Y si sobra algo te puedes quedar con el cambio.
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